Vienes 24 de Agosto. Para algunos, la única cita musical del mes. Y una vez más, fue, como muchas, una noche irrepetible.
Se cumplían 26 años de trayectoria del ya conocido Ripollet Rock, celebrado en el Parc dels Pinetons de Ripollet, Barcelona. Se trata de un festival gratuito organizado por Ripollet Rock, una entidad sin ánimo de lucro fundada en abril de 1997, cuya iniciativa es potenciar y difundir la movida musical en Ripollet y alrededores. Gran tarea la suya y digna de agradecer para los amantes del Rock ‘N Roll y de la música en directo.
El cartel de este año contaba con Hard Buds, We Exist Even Dead, Crazy Lixx, Royal Hunt y Serenity.
Por temas de horarios, decidimos gozar de sólo dos de las actuaciones del festival. El primer elegido no falló, Crazy Lixx y su hard rock macarra nos hicieron disfrutar como niños con juguete nuevo. Era su primera vez en nuestras tierras.
Los de Malmö nos ofrecen un sonido muy centrado en bandas de sleazy al estilo Mötley Crüe o L.A. Guns, que junto a bandas como Hardcore Superstar, representa la New Wave of Swedish Sleaze Metal.
La descarga empieza con Wild Child, con alguna deficiencia en el sonido que se soluciona a los pocos compases, seguida de la vacilona Hell Raising Women y XIII, que forma parte de la banda sonora de un videojuego, inspirado en la serie de películas, Viernes 13, así que ahí va Danny Rexon ataviado con la máscara de Jason Voorhees para rememorar las desdichas de los adolescentes salidos de Cristal Lake.
Children of the Cross y Lock Up Your Daughter nos llevan hasta el medio tiempo Blame It On Love ya en el ecuador de su actuación.
Con Whiskey Tango Foxtrot, Walk the Wire y Killer, la audiencia ya está totalmente entregada y acaban con Rock And A Hard Place, y la declaración de intenciones 21 Till I Die dan por finalizada su actuación, una buena descarga a pesar de que seguimos echando de menos el carisma de las bandas en la que se inspiran, espero volver a verlos.
A la 1:35 cogía el testigo los daneses Royal Hunt. Veteranos y llenos de energía deleitaron a los asistentes con su heavy melódico. Y es que su música es especial, esa exquisita mezcla de elementos progresivos y sus referencias sinfónicas nos gustan cada día más.
Last Goodbye nos dio la bienvenida a su espectáculo. Perfectamente alineados y con una fascinante compenetración, la banda nos saludaba desde arriba. El cerebro del grupo en sus teclados, Andre Andersen; el joven y clásico Jonas Larsen a la guitarra; Andreas Passmark al bajo y un nuevo batería, Fredrik Joakimsson en sustitución temporal de Andreas Habo. Y poniendo su voz, el carismático vocalista estadounidense D.C. Cooper.
Tras el nuevo A Million Ways to Die, le siguió uno de los referentes del grupo, el Wasted Time, para dar paso a Tearing Down the World y a otro temazo del nuevo trabajo, el Fistful of Misery.
Y llegó uno de los esperados, el Half Past Loneliness con los habituales bailes de D.C. que, como pez en el agua y encantado de estar subido en un escenario, se metió en los bolsillos al público. Sus muestras de cariño, su enorme sonrisa y la manera de tratar a su banda nos permite disfrutar como nunca de la noche.
De la mano de más clásicos, el Last Soul Alive, Until The Day, Cold City Lights llega el agradecimiento a sus fans por parte del frontman. Dulce como siempre y enamorado de su trabajo nos habla y nos lleva de nuevo con él a su mundo mágico.
Llegaba la recta final de la actuación con la siempre explosiva Message to God y la deslumbrante balada A life to Die For. A veces lo bueno dura sólo unos segundos…
Años atrás en una entrevista, Andersen comentaba algo que se me grabó a fuego: “Estamos tocando un tipo de música que nos gusta, así que no hay motivo alguno para seguir cualquier moda que esté en boga, simplemente se trata de mantenerse fiel a lo que uno quiere y todo funcionará”. Y funciona, vaya que si funciona.
Trabajo, actitud y pasión. Fórmula imparable. Gracias por venir.
TEXTO: Metalsister y Metalmaniac.
FOTOS: Metalmaniac.